Las personas ciegas leen en Braille y a veces
utilizan sistemas auditivos, que pueden ser grabaciones de locutores
-profesionales o no- o emitidas por un sistema informático de síntesis
de voz. Luis González García, psicólogo de la ONCE en Galicia, ha
investigado cómo se comprenden mejor los textos según el sistema que se
elija, y en comparación con las personas videntes. Entre las
conclusiones destaca que «las personas ciegas tienen un nivel de
comprensión de textos equivalente al de las personas videntes». Este
estudio lo defendió ayer como tesis doctoral en la Facultade de
Psicoloxía. «El Braille es un sistema mucho más lento que la lectura en
tinta. Una persona adulta vidente lee a una velocidad media de unas
250-300 palabras por minuto. Si pierde la visión y tiene que aprender
Braille empieza a 15-20 palabras por minuto; y después de mucha práctica
se alcanzan las 120-150 palabras por minuto. Eso a veces es muy
impactante y hace difícil enfrentarse a leer en Braille», explica.
A pesar de esa dificultad «interesa promocionar el
Braille, porque la comprensión es mejor que si se utiliza la voz de un
locutor o un texto emitido por una síntesis de voz. Y aunque se lea más
lento en Braille, los niveles de comprensión entre tinta y Braille son
idénticos», agrega. Luis González investigó 255 personas. Eran 122
ciegas, reclutadas en Galicia y otras comunidades. «Es una de las
muestras de personas invidentes más elevadas que se han investigado;
porque suelen ser de menos de la mitad; esa es una de las principales
aportaciones de este estudio. Se compararon diferentes niveles
educativos, desde primaria a titulados universitarios». Luis aclara que
«el sistema Braille lo utilizan realmente un 10 % de la población que se
denomina ciega. Así, de unos 70.000 afiliados a la ONCE lo usan unos
7.000. Por eso la muestra es muy representativa: 122 personas de un
total de 7.000», dice.
Una persona ciega «necesita leer lo mismo que una
vidente. No solo si estudia. También para informarse de un medicamento,
entender documentos o un periódico, emplear el correo electrónico,
acceder a páginas web, y otras posibilidades. Y siempre les resulta
mejor el Braille», insiste.
En la ONCE, Luis trabaja «en ajuste de la deficiencia
visual, en facilitar el proceso de adaptación a su vida familiar,
personal, laboral o educativa de las personas que pierden la visión y
que en muchos aspectos tienen que volver a empezar. Les apoyamos para
que retomen su vida con la mayor normalidad, pues les queda mucha aún
con la ceguera». Y se consigue, sostiene: «La población ciega está cada
vez más normalizada en nuestra sociedad, sobre todo en la enseñanza y en
el ámbito laboral, por el respaldo que reciben de sus entornos y de una
entidad como la ONCE». También en las facultades universitarias aumenta
el alumnado ciego: «Algunas carreras son más complicadas. En general,
las de Letras y Ciencias Sociales resultan más accesibles para las
personas con una deficiencia visual grave. Hay un incremento de personas
ciegas que acaban una carrera después de perder la vista, no al revés;
estudiantes que, siendo ciegos, finalizaron Medicina o Enfermería, a
pesar de la dificultad que presentan esas titulaciones. Y absolutamente a
todo el alumnado afiliado a la ONCE se le prestan distintos tipos de
apoyos: materiales, becas, adaptaciones de textos y otras».
Fuente: lavozdegalicia.es/