Si se quisiera graficar dentro de un espectro la cantidad de visión que tienen las personas, se ubicaría en uno de los extremos quienes con su visión realizan cualquier actividad del día a día en forma satisfactoria, el otro extremo estaría caracterizado por las personas ciegas; siendo la franja del centro ocupada por aquellas personas que han perdido cierta cantidad de visión, que no se puede recuperar, y que por ello, les resulta difícil realizar actividades en lo cotidiano como leer, escribir, reconocer los rostros, desplazarse; ellas son las personas con baja visión, que junto con el grupo de personas ciegas conforman el universo de las personas con discapacidad visual.
En la época actual hablar de discapacidad invita a pensar en un sujeto de derechos que logra su desarrollo en la medida que el entorno así lo favorezca. El ejercicio pleno de los derechos, parte de reconocernos como seres con características, sentimientos y expectativas particulares, aspectos que demandan del medio requerimientos diferentes.
Sin embargo durante años, las personas con baja visión, fueron consideradas como personas ciegas, razón por el cual su abordaje, en todos los aspectos no tenía en cuenta su visión conservada, lo cual marca una gran diferencia en cuanto a la funcionalidad y los apoyos requeridos.
Con el reconocimiento de la baja visión como condición visual dentro del grupo de discapacidad visual, surge la necesidad de particularizar el abordaje educativo para las personas ciegas y para las personas con baja visión.
Lo anterior requiere de un trabajo articulado desde el momento mismo del diagnóstico por el profesional de salud, pasando por el reconocimiento de la familia, en relación con las características del niño o la niña, pues es allí donde se gestan las primeras experiencias que permiten a ese pequeño dar sentido a lo que percibe visualmente.
Con relación al abordaje educativo en particular, se requiere contar con maestros regulares formados en baja visión con el conocimiento de las posibilidades, características y orientaciones que se deben brindar, dado que cada estudiante requiere un abordaje individual en cuanto a tipo de escritura que empleara bien sea letras de tamaño ampliado o sistema braille, así como las adecuaciones del entorno como la modificación de contrastes, manejo de iluminación, el uso de ayudas de magnificación, tecnología especializada, o uso del bastón entre otros.
Lo planteado hasta aquí, invita a reconocer a las personas con baja visión como sujetos con unas características visuales particulares que requieren ajustes curriculares razonables entendidos como las modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga excesiva pero que garantice a la persona con barreras para el aprendizaje INy la participación el goce o ejercicio en igualdad de condiciones para favorecer su desempeño visual en el marco de una atención educativa inclusiva.
Autora:
Miryam Yanneth Herrera
Profesional del Asistencia Técnica
INCIdigital #39
INCI Colombia.
En la época actual hablar de discapacidad invita a pensar en un sujeto de derechos que logra su desarrollo en la medida que el entorno así lo favorezca. El ejercicio pleno de los derechos, parte de reconocernos como seres con características, sentimientos y expectativas particulares, aspectos que demandan del medio requerimientos diferentes.
Sin embargo durante años, las personas con baja visión, fueron consideradas como personas ciegas, razón por el cual su abordaje, en todos los aspectos no tenía en cuenta su visión conservada, lo cual marca una gran diferencia en cuanto a la funcionalidad y los apoyos requeridos.
Con el reconocimiento de la baja visión como condición visual dentro del grupo de discapacidad visual, surge la necesidad de particularizar el abordaje educativo para las personas ciegas y para las personas con baja visión.
Lo anterior requiere de un trabajo articulado desde el momento mismo del diagnóstico por el profesional de salud, pasando por el reconocimiento de la familia, en relación con las características del niño o la niña, pues es allí donde se gestan las primeras experiencias que permiten a ese pequeño dar sentido a lo que percibe visualmente.
Con relación al abordaje educativo en particular, se requiere contar con maestros regulares formados en baja visión con el conocimiento de las posibilidades, características y orientaciones que se deben brindar, dado que cada estudiante requiere un abordaje individual en cuanto a tipo de escritura que empleara bien sea letras de tamaño ampliado o sistema braille, así como las adecuaciones del entorno como la modificación de contrastes, manejo de iluminación, el uso de ayudas de magnificación, tecnología especializada, o uso del bastón entre otros.
Lo planteado hasta aquí, invita a reconocer a las personas con baja visión como sujetos con unas características visuales particulares que requieren ajustes curriculares razonables entendidos como las modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga excesiva pero que garantice a la persona con barreras para el aprendizaje INy la participación el goce o ejercicio en igualdad de condiciones para favorecer su desempeño visual en el marco de una atención educativa inclusiva.
Autora:
Miryam Yanneth Herrera
Profesional del Asistencia Técnica
INCIdigital #39
INCI Colombia.