Helen Adams Keller (Tuscumbia, Alabama, 27 de junio de 1880, Easton, Connecticut, - 1 de junio de 1968). Fue una escritora, oradora y activista política sordociega estadounidense.
- Primeros años.
Helen Keller nació con la capacidad de ver y oír y alrededor de su primer año de vida, comenzó a caminar. Tenía una excelente visión, a tal punto que era capaz de distinguir fácilmente un alfiler caído en el suelo. Según su madre, fue capaz de decir algunas palabras a la edad de seis meses; logró balbucear «hola» y en una oportunidad irrumpió una reunión solicitando «té, té, té». Algunas palabras, entre ellas «agua», fueron retenidas en su memoria incluso después de su enfermedad.
A la edad de 19 meses, sufrió una grave patología que los médicos de la época llamaron congestión cerebro-estomacal, aunque especialistas modernos sugieren que pudo haber sido escarlatina, sarampión o meningitis. Un pediatra pensó que su vida corría peligro y se sorprendió gratamente al observar que los picos de fiebre descendieron luego y, por consiguiente, logró recuperarse. Sin embargo, la enfermedad dejó secuelas importantes a su paso: la pérdida total de la audición y la visión. Tras ello, se convirtió en una niña vanidosa y demandante que se enfurecía con facilidad. Su enojo producido por sentirse diferente de otras personas se convirtió en ataques de furia al comprobar que los demás utilizaban la boca para comunicarse, y no gestos.
Helen pasó sus primeros años en la granja de su familia, donde disfrutaba de caminar alrededor de los jardines y estar en contacto con los animales de ahí. Durante el período previo a la llegada de Anne Sullivan, no era capaz de comunicarse con su familia aunque expresaba sus deseos mediante gestos. Para la edad de siete años, Helen utilizaba aproximadamente 60 signos caseros. A pesar de su falta de audición y visión, tenía como asidua compañera a la hija de la cocinera, Martha Washington, una niña negra seis años mayor con la que solía entretenerse a diario.
A pesar de que dudaban que Helen fuera susceptible de instrucción, su madre Kate, inspirada en el libro de viaje Notas de América de Charles Dickens, donde Laura Bridgman logra instruirse gracias a Samuel Howie a pesar de su discapacidad, envió en 1886 a su hija a Baltimore acompañada de su padre a pedir el consejo del otorrinolaringólogo J. Julian Chisolm. Él les recomendó a Alexander Graham Bell, que estaba trabajando con niños sordos en Washington. Bell, por su parte, los derivó al Instituto Perkins para Ciegos, una escuela en el sur de Boston donde Bridgman había sido educada. Michael Anagnos, director de la entidad, le solicitó a Anne Sullivan, una exestudiante de 20 años con discapacidad visual, que se convirtiera en la instructora de Keller.
- La llegada de Anne Sullivan.
A la edad de 19 meses, sufrió una grave patología que los médicos de la época llamaron congestión cerebro-estomacal, aunque especialistas modernos sugieren que pudo haber sido escarlatina, sarampión o meningitis. Un pediatra pensó que su vida corría peligro y se sorprendió gratamente al observar que los picos de fiebre descendieron luego y, por consiguiente, logró recuperarse. Sin embargo, la enfermedad dejó secuelas importantes a su paso: la pérdida total de la audición y la visión. Tras ello, se convirtió en una niña vanidosa y demandante que se enfurecía con facilidad. Su enojo producido por sentirse diferente de otras personas se convirtió en ataques de furia al comprobar que los demás utilizaban la boca para comunicarse, y no gestos.
Helen pasó sus primeros años en la granja de su familia, donde disfrutaba de caminar alrededor de los jardines y estar en contacto con los animales de ahí. Durante el período previo a la llegada de Anne Sullivan, no era capaz de comunicarse con su familia aunque expresaba sus deseos mediante gestos. Para la edad de siete años, Helen utilizaba aproximadamente 60 signos caseros. A pesar de su falta de audición y visión, tenía como asidua compañera a la hija de la cocinera, Martha Washington, una niña negra seis años mayor con la que solía entretenerse a diario.
A pesar de que dudaban que Helen fuera susceptible de instrucción, su madre Kate, inspirada en el libro de viaje Notas de América de Charles Dickens, donde Laura Bridgman logra instruirse gracias a Samuel Howie a pesar de su discapacidad, envió en 1886 a su hija a Baltimore acompañada de su padre a pedir el consejo del otorrinolaringólogo J. Julian Chisolm. Él les recomendó a Alexander Graham Bell, que estaba trabajando con niños sordos en Washington. Bell, por su parte, los derivó al Instituto Perkins para Ciegos, una escuela en el sur de Boston donde Bridgman había sido educada. Michael Anagnos, director de la entidad, le solicitó a Anne Sullivan, una exestudiante de 20 años con discapacidad visual, que se convirtiera en la instructora de Keller.
- La llegada de Anne Sullivan.
Anne Sullivan, una persona con discapacidad visual graduada del Instituto Perkins para Ciegos, llegó a la casa de Helen en marzo de 1887. En su autobiografía, Keller diría: «Me maravillo al pensar en los inconmensurables contrastes que había entre las dos vidas que reunió ese encuentro». Inmediatamente, solicitó una habitación separada para facilitar la comprensión de los conocimientos de Helen y comenzó a enseñarle a comunicarse por medio del deletreo de palabras en su mano. Al principio se resistió ya que no entendía que había una única palabra asignada para cada objeto. De hecho, cuando trató de enseñarle la palabra «taza», Helen se frustró tanto que rompió su pocillo. El gran avance de Keller en la comunicación llegó el mes siguiente, cuando se dio cuenta de que los movimientos que su maestra hacía en la palma de su mano mientras hacía correr agua fresca sobre su otra mano simbolizaban la idea de «agua». Durante un mes, no fue capaz de distinguir la diferencia entre verbos y sustantivos, pero sí comprendió que existía una relación entre las palabras y los objetos rápidamente. Con el paso de los días, aprendió a formar frases y deletrear por el mismo procedimiento algunas palabras y verbos tales como «alfiler», «sombrero», «levantarse», «sentarse» y «andar».
Según Keller, en muchas ocasiones el aprendizaje de nuevas palabras revivía en su mente una imagen olvidada producto de alguna sensación. Fue por esa época cuando comenzó a percibir ideas abstractas al comprender que la palabra también podía designar un sentimiento. Desde un comienzo, su educadora mantuvo la regla de dirigirse hacia ella como cualquier otro niño, con la diferencia de que en lugar de pronunciar palabras, las deletreaba en su mano. Si Helen era incapaz de hallar las palabras justas para la expresión de sus pensamientos, su instructora las suplía o las respondía por sí misma.
A diferencia de los sordos, los niños comunes aprenden las palabras por imitación y las conversaciones del entorno estimulan su inteligencia, les sugieren objetos y los llevan a expresar espontáneamente sus propios pensamientos. La repetición de las palabras era un mecanismo fundamental para Sullivan, quien a su vez le enseñó a Helen con gran dificultad a tomar parte en las conversaciones mediante el deletreo de palabras en las manos. Años más tarde, Keller la elogiaría por su «particular comprensión, inteligencia y tacto amable».
El siguiente desafío para Helen fue aprender a leer. Luego de lograr un deletreo fluido, Sullivan le proporcionó pequeños cartones con letras en relieve con los que ordenaba palabras y formaba oraciones cortas. Helen recordó un ejercicio en su autobiografía: «Por ejemplo, después de haber hallado los cartoncitos con las palabras “la muñeca está en la cama”, yo colocaba cada palabra sobre su objeto; luego metía la muñeca en la cama con estas palabras a su lado... Esto constituía una frase, y asociaba en mi mente las ideas de las cosas expresadas por las palabras con el acto complejo que en conjunto revelaban». Posteriormente, Helen recibió clases de aritmética, zoología y botánica con ayuda de su maestra, quien le enseñó a contar por medio de operaciones ensartadas por grupos.
Tres meses después del inicio de su formación, fue capaz de leer y escribir mediante el sistema braille y poco después, de utilizar el lápiz. Estaba tan fascinada con la lectura que por las noches solía tomar libros escritos en braille para leerlos bajo las sábanas de su cama. Como resultado del trabajo realizado, el carácter de Helen cambió rotundamente y llegó a ser más civilizada y amable. También aprendió a leer los labios de las personas mediante el tacto y la percepción del movimiento y las vibraciones de los mismos.
Según Keller, en muchas ocasiones el aprendizaje de nuevas palabras revivía en su mente una imagen olvidada producto de alguna sensación. Fue por esa época cuando comenzó a percibir ideas abstractas al comprender que la palabra también podía designar un sentimiento. Desde un comienzo, su educadora mantuvo la regla de dirigirse hacia ella como cualquier otro niño, con la diferencia de que en lugar de pronunciar palabras, las deletreaba en su mano. Si Helen era incapaz de hallar las palabras justas para la expresión de sus pensamientos, su instructora las suplía o las respondía por sí misma.
A diferencia de los sordos, los niños comunes aprenden las palabras por imitación y las conversaciones del entorno estimulan su inteligencia, les sugieren objetos y los llevan a expresar espontáneamente sus propios pensamientos. La repetición de las palabras era un mecanismo fundamental para Sullivan, quien a su vez le enseñó a Helen con gran dificultad a tomar parte en las conversaciones mediante el deletreo de palabras en las manos. Años más tarde, Keller la elogiaría por su «particular comprensión, inteligencia y tacto amable».
El siguiente desafío para Helen fue aprender a leer. Luego de lograr un deletreo fluido, Sullivan le proporcionó pequeños cartones con letras en relieve con los que ordenaba palabras y formaba oraciones cortas. Helen recordó un ejercicio en su autobiografía: «Por ejemplo, después de haber hallado los cartoncitos con las palabras “la muñeca está en la cama”, yo colocaba cada palabra sobre su objeto; luego metía la muñeca en la cama con estas palabras a su lado... Esto constituía una frase, y asociaba en mi mente las ideas de las cosas expresadas por las palabras con el acto complejo que en conjunto revelaban». Posteriormente, Helen recibió clases de aritmética, zoología y botánica con ayuda de su maestra, quien le enseñó a contar por medio de operaciones ensartadas por grupos.
Tres meses después del inicio de su formación, fue capaz de leer y escribir mediante el sistema braille y poco después, de utilizar el lápiz. Estaba tan fascinada con la lectura que por las noches solía tomar libros escritos en braille para leerlos bajo las sábanas de su cama. Como resultado del trabajo realizado, el carácter de Helen cambió rotundamente y llegó a ser más civilizada y amable. También aprendió a leer los labios de las personas mediante el tacto y la percepción del movimiento y las vibraciones de los mismos.
- Educación secundaria.
Sullivan acompañó a Keller durante cuarenta y nueve años hasta su muerte. En mayo de 1888, ambas se trasladaron al Instituto Perkins para Ciegos en Boston. Ahí, Helen entabló amistad con todos los niños ciegos: «me sería imposible expresar cuánta fue mi alegría, viendo que todos comprendían el alfabeto manual», confesó en su autobiografía. Además, aprovechó su estadía para visitar Bunker Hill, donde recibió su primera lección de historia.
Cuando tenía diez años, conoció a la sordociega noruega Ragnhild Kåta, que había logrado aprender a hablar. Helen estaba ansiosa por alcanzar ese objetivo a pesar de que la familia trató de disuadirla por temor a que experimentara una profunda frustración en caso de no poder concretarlo. A pesar de eso, Sullivan condujo a Keller con la educadora Sarah Fuller, la directora de la Escuela para Sordos Horace Mann que se dedicaba a ayudar a hablar a personas con dicha discapacidad. Fuller le proporcionó once lecciones, utilizando un método llamado Tadoma desarrollado a partir de Graham Bell, en el cual presionaba sus dedos sobre la garganta del aprendiz y emitía un sonido, mientras que este sentía la posición y forma que la lengua de Fuller tomaba al hablar para luego imitarla. Más tarde Helen practicó este método de forma independiente con Sullivan a su lado y finalmente, fue capaz de articular su garganta para pronunciar palabras, aunque su voz al final de su vida continuaba siendo de difícil entendimiento para las personas.
Décadas después, Hellen continuó colaborando con la institución mediante la donación de libros en braille a la biblioteca e incluso, estuvo presente cuando el edificio Keller-Sullivan se convirtió en la sede del Programa de Sordoceguera de la escuela en 1956.
Posteriormente, dejó de asistir a clases en escuelas y se dedicó a estudiar con su educadora y profesores particulares. El éxito de su formación se debió no solo a su voluntad sino también a la mejora del bienestar económico de su familia, que podía permitirse el lujo de contratar a profesores y establecerla en colegios privados. En 1894, Helen y Anne ayudaron a Juan D. Wright y al Dr. Thomas Humason en el establecimiento de una escuela para sordos en Nueva York. Ese año asistió a la Escuela para Sordos Wright-Humason, donde concurrió hasta 1896 para luego matricularse en la escuela de señoritas de Cambridge en Massachusetts. Era acompañada siempre por Sullivan, quien le ayudaba con las tareas y la lectura de libros, incluso luego de su admisión para continuar una carrera universitaria en el Radcliffe College.
- Estudios universitarios.
Cuando tenía diez años, conoció a la sordociega noruega Ragnhild Kåta, que había logrado aprender a hablar. Helen estaba ansiosa por alcanzar ese objetivo a pesar de que la familia trató de disuadirla por temor a que experimentara una profunda frustración en caso de no poder concretarlo. A pesar de eso, Sullivan condujo a Keller con la educadora Sarah Fuller, la directora de la Escuela para Sordos Horace Mann que se dedicaba a ayudar a hablar a personas con dicha discapacidad. Fuller le proporcionó once lecciones, utilizando un método llamado Tadoma desarrollado a partir de Graham Bell, en el cual presionaba sus dedos sobre la garganta del aprendiz y emitía un sonido, mientras que este sentía la posición y forma que la lengua de Fuller tomaba al hablar para luego imitarla. Más tarde Helen practicó este método de forma independiente con Sullivan a su lado y finalmente, fue capaz de articular su garganta para pronunciar palabras, aunque su voz al final de su vida continuaba siendo de difícil entendimiento para las personas.
Décadas después, Hellen continuó colaborando con la institución mediante la donación de libros en braille a la biblioteca e incluso, estuvo presente cuando el edificio Keller-Sullivan se convirtió en la sede del Programa de Sordoceguera de la escuela en 1956.
Posteriormente, dejó de asistir a clases en escuelas y se dedicó a estudiar con su educadora y profesores particulares. El éxito de su formación se debió no solo a su voluntad sino también a la mejora del bienestar económico de su familia, que podía permitirse el lujo de contratar a profesores y establecerla en colegios privados. En 1894, Helen y Anne ayudaron a Juan D. Wright y al Dr. Thomas Humason en el establecimiento de una escuela para sordos en Nueva York. Ese año asistió a la Escuela para Sordos Wright-Humason, donde concurrió hasta 1896 para luego matricularse en la escuela de señoritas de Cambridge en Massachusetts. Era acompañada siempre por Sullivan, quien le ayudaba con las tareas y la lectura de libros, incluso luego de su admisión para continuar una carrera universitaria en el Radcliffe College.
- Estudios universitarios.
Keller llevó a cabo pruebas preliminares para ingresar en el Radcliffe College desde el 29 de junio al 3 de julio de 1897. Su sueño desde la infancia era poder ir a la universidad. Si bien aprobó los exámenes, por recomendación de sus profesores se incorporó a la institución recién en 1900.
Sus estudios fueron financiados por el magnate de la Standard Oil, Henry Huttleston Rogers, y su esposa Abbie. En la universidad, Helen se enfrentó a nuevos retos: sus manuales de capacitación debieron ser impresos en braille y las clases estaban repletas de gente, aunque los profesores mantuvieron una atención especial para con ella, especialmente con las asignaturas con las que tenía mayor dificultad, álgebra y geometría.
Mientras cursaba sus estudios, Keller comenzó a escribir sus primeras obras. Su autobiografía, La historia de mi vida, fue publicada por primera vez en el Ladies' Home Journal40 y en 1903, fue editada en formato libro. La mayoría de los críticos elogiaron su obra y posteriormente fue traducida a 50 idiomas y varias veces reimpresa en inglés. Keller se graduó con honores de la universidad en 1904, convirtiéndose en la primera persona sordociega en obtener un título de grado.
- Años de posguerra y muerte de Sullivan.
Mientras cursaba sus estudios, Keller comenzó a escribir sus primeras obras. Su autobiografía, La historia de mi vida, fue publicada por primera vez en el Ladies' Home Journal40 y en 1903, fue editada en formato libro. La mayoría de los críticos elogiaron su obra y posteriormente fue traducida a 50 idiomas y varias veces reimpresa en inglés. Keller se graduó con honores de la universidad en 1904, convirtiéndose en la primera persona sordociega en obtener un título de grado.
- Años de posguerra y muerte de Sullivan.
Keller se convirtió en una oradora y autora de fama mundial, y fue considerada a la vez una ferviente defensora de las personas con discapacidad. Mantuvo una postura pacifista a lo largo de su vida y tocó en sus escritos temas controvertidos como la prostitución y la sífilis (una de las causantes de la ceguera). Luego, se dedicó a realizar arduas campañas y escritos sobre la clase trabajadora, especialmente desde 1909 a 1921. Por otra parte, conoció personalmente a todos los presidentes de Estados Unidos desde Grover Cleveland a John F. Kennedy.
Durante los años de 1920, Keller comenzó a viajar por todo el país realizando conferencias en compañía de Sullivan. Luego de 1924, se retiró casi completamente de la actividad política para dedicarse al trabajo con personas de discapacidad visual, tarea que le fue facilitada al ingresar a la Fundación Americana para Ciegos. Ahí, no solo sirvió como profesora sino también como activista por los derechos de las personas con ceguera, que a menudo eran incorrectamente educadas y puestas en asilos. Sus esfuerzos fueron un factor importante en el cambio de estas condiciones. En 1932, fue nombrada vicepresidente del Real Instituto para Ciegos en el Reino Unido.
Anne Sullivan, su compañera durante 49 años, murió en 1936 después de un período en coma, con Keller sosteniéndole la mano a su lado. Tras su deceso, Thomson y ella se mudaron a Westport, Connecticut. Su muerte significó una pérdida severa para Keller, quien en 1929 había escrito: «Ofrezco una súplica temblorosa al Señor, porque si ella se va, voy a quedar realmente ciega y sorda».
- Vida posterior y muerte de Keller.
Anne Sullivan, su compañera durante 49 años, murió en 1936 después de un período en coma, con Keller sosteniéndole la mano a su lado. Tras su deceso, Thomson y ella se mudaron a Westport, Connecticut. Su muerte significó una pérdida severa para Keller, quien en 1929 había escrito: «Ofrezco una súplica temblorosa al Señor, porque si ella se va, voy a quedar realmente ciega y sorda».
- Vida posterior y muerte de Keller.
Después de ser nombrada embajadora en Relaciones Internacionales por parte de la American Foundation for Overseas Blind, comenzó a realizar giras a lo largo del mundo. Entre 1946 y 1957, Keller visitó 35 países de Sudamérica, Europa y África, con las estadías financiadas por el Departamento y la Fundación Americana para Ciegos. En 1948, tres años después de los bombardeos atómicos, efectuó una visita a Hiroshima y Nagasaki como parte de su programa de oposición a la guerra y se mostró encantada con la cálida bienvenida que recibió por parte de dos millones de personas en estas ciudades. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, visitó a soldados que habían perdido la vista o el oído durante el combate con el fin de ofrecerles contención y ánimo. Con la colaboración de Nella Henney, la biógrafa de Sullivan, ambas se dedicaron a editar sus memorias luego de su muerte. En 1954, participó en el rodaje del documental Helen Keller in Her Story, dirigida por Nancy Hamilton y narrada por Katharine Cornell, que obtuvo el premio Óscar al mejor documental largo.
Junto a Polly Thomson, viajó por todo el mundo y recaudó fondos para los ciegos. En 1957, Thomson sufrió un derrame cerebral del que no se recuperó y murió en 1960.
Luego de su muerte, fue sustituida por Winnie Corbally, quien la acompañó el resto de su vida. En 1961, Keller sufrió una serie de derrames cerebrales que la obligaron a utilizar una silla de ruedas y reducir sus actividades sociales y apariciones públicas. Debido a eso, en 1964 no pudo concurrir a la ceremonia donde recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, uno de los reconocimientos civiles más prestigiosos de Estados Unidos, por parte del presidente Lyndon Johnson. En 1965, fue incluida en el National Women's Hall of Fame durante la Feria Mundial de Nueva York.
Keller falleció a los 87 años mientras dormía, el 1 de junio de 1968, en su residencia «Arcan Ridge» de Easton, Connecticut, días después de sufrir un ataque cardíaco. Después de llevarse a cabo el funeral, fue incinerada y sus cenizas fueron colocadas en la Catedral Nacional de Washington junto a las de Sullivan y Thomson. Poco antes de morir, Keller había exclamado:
Keller falleció a los 87 años mientras dormía, el 1 de junio de 1968, en su residencia «Arcan Ridge» de Easton, Connecticut, días después de sufrir un ataque cardíaco. Después de llevarse a cabo el funeral, fue incinerada y sus cenizas fueron colocadas en la Catedral Nacional de Washington junto a las de Sullivan y Thomson. Poco antes de morir, Keller había exclamado:
«En estos oscuros y silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha».
- Legado.
- Legado.
- Su rol en la educación especial.
- Moneda de cuarto de dólar correspondiente al estado de Alabama. Su reverso muestra la figura de Hellen Keller con su nombre en Braille reducido.
- La formación de Keller significó un avance importante en la educación especial, a pesar de que hubo otros casos similares no conocidos como el de Laura Bridgman. Sin embargo, la enseñanza de Keller fue la primera en ser registrada de forma fiable en múltiples obras escritas y originó muchos métodos educativos especiales nuevos.
- Los editores del libro de texto Psicología general señalaron la importancia del caso de Keller: «Es la única de su clase empujada por una maestra de talento excepcional, una gran observadora que describió el desarrollo gradual de su alumna, altamente dotada, casi una niña genio, a la que la naturaleza le había colocado una cruel prueba, apagando totalmente las dos áreas claves del sistema sensorial». Al mismo tiempo, Psicología general relató que Sullivan no recibió inicialmente el apoyo de la comunidad científica ya que parecía poco probable que su alumna se adaptara a la enseñanza tan rápido.
- Helen Keller se convirtió en un ejemplo de superación y coraje como así también en un símbolo de la lucha por los derechos de personas con discapacidad. Un periodista del The Journal of Southern History publicó que «... Keller es percibida como un ícono nacional que simboliza el triunfo de las personas con discapacidad». El orador motivacional y predicador cristiano Nick Vujicic, que nació sin brazos ni piernas, confesó en su autobiografía que Helen Keller jugó un papel de gran influencia en su vida.
- Moneda de cuarto de dólar correspondiente al estado de Alabama. Su reverso muestra la figura de Hellen Keller con su nombre en Braille reducido.
- La formación de Keller significó un avance importante en la educación especial, a pesar de que hubo otros casos similares no conocidos como el de Laura Bridgman. Sin embargo, la enseñanza de Keller fue la primera en ser registrada de forma fiable en múltiples obras escritas y originó muchos métodos educativos especiales nuevos.
- Los editores del libro de texto Psicología general señalaron la importancia del caso de Keller: «Es la única de su clase empujada por una maestra de talento excepcional, una gran observadora que describió el desarrollo gradual de su alumna, altamente dotada, casi una niña genio, a la que la naturaleza le había colocado una cruel prueba, apagando totalmente las dos áreas claves del sistema sensorial». Al mismo tiempo, Psicología general relató que Sullivan no recibió inicialmente el apoyo de la comunidad científica ya que parecía poco probable que su alumna se adaptara a la enseñanza tan rápido.
- Helen Keller se convirtió en un ejemplo de superación y coraje como así también en un símbolo de la lucha por los derechos de personas con discapacidad. Un periodista del The Journal of Southern History publicó que «... Keller es percibida como un ícono nacional que simboliza el triunfo de las personas con discapacidad». El orador motivacional y predicador cristiano Nick Vujicic, que nació sin brazos ni piernas, confesó en su autobiografía que Helen Keller jugó un papel de gran influencia en su vida.
- Obra literaria.
Su primera obra literaria, la autobiografía La historia de mi vida, se publicó en 1903, y fue apreciada ampliamente por la crítica y el público, siendo traducida a cincuenta idiomas. En la actualidad, su autobiografía forma parte del programa obligatorio de literatura de muchas escuelas en Estados Unidos. Además de 14 libros, publicó más de 475 artículos y ensayos.
«Entre no ver y no oír sin ninguna duda es mucho peor no oír pues no ver te incomunica con los objetos pero no oír te incomunica con las personas y eso te convierte en un objeto... No puedo hacer todo, pero aun así puedo hacer algo; y justo porque no lo puedo hacer todo, no renunciaré a hacer lo que sí puedo».
Helen Keller.
En 1971, su nombre fue introducido en el Alabama Women's Hall of Fame. En 1980, en conmemoración a su centenario, el presidente estadounidense Jimmy Carter proclamó por decreto el 27 de junio, día de su natalicio, como el «Día de Helen Keller».
En 1999, Keller obtuvo el quinto puesto en una encuesta de Gallup sobre los hombres y mujeres más admirados del mundo del siglo XX. En 2003, Alabama honró su memoria con la edición de una moneda de cuarto de dólar con su imagen como parte de una serie de 50 monedas conmemorativas para «promover la difusión de conocimiento de los estados individuales, su historia y geografía entre los jóvenes de los Estados Unidos».
Su primera obra literaria, la autobiografía La historia de mi vida, se publicó en 1903, y fue apreciada ampliamente por la crítica y el público, siendo traducida a cincuenta idiomas. En la actualidad, su autobiografía forma parte del programa obligatorio de literatura de muchas escuelas en Estados Unidos. Además de 14 libros, publicó más de 475 artículos y ensayos.
«Entre no ver y no oír sin ninguna duda es mucho peor no oír pues no ver te incomunica con los objetos pero no oír te incomunica con las personas y eso te convierte en un objeto... No puedo hacer todo, pero aun así puedo hacer algo; y justo porque no lo puedo hacer todo, no renunciaré a hacer lo que sí puedo».
Helen Keller.
En 1971, su nombre fue introducido en el Alabama Women's Hall of Fame. En 1980, en conmemoración a su centenario, el presidente estadounidense Jimmy Carter proclamó por decreto el 27 de junio, día de su natalicio, como el «Día de Helen Keller».
En 1999, Keller obtuvo el quinto puesto en una encuesta de Gallup sobre los hombres y mujeres más admirados del mundo del siglo XX. En 2003, Alabama honró su memoria con la edición de una moneda de cuarto de dólar con su imagen como parte de una serie de 50 monedas conmemorativas para «promover la difusión de conocimiento de los estados individuales, su historia y geografía entre los jóvenes de los Estados Unidos».
Un hospital de Sheffield y diversas calles de Zúrich, Getafe, Lod, Lisboa y Caen llevan su nombre a modo de homenaje.
En 2009, se añadió una estatua de bronce de Helen a la edad de siete años al lado de una bomba manual a la National Statuary Hall Collection del Capitolio de los Estados Unidos. El monumento representa el momento de su infancia en que comprendió su primera palabra, «agua», y lleva inscrita una cita de su autoría en relieve:
En 2009, se añadió una estatua de bronce de Helen a la edad de siete años al lado de una bomba manual a la National Statuary Hall Collection del Capitolio de los Estados Unidos. El monumento representa el momento de su infancia en que comprendió su primera palabra, «agua», y lleva inscrita una cita de su autoría en relieve:
«Las cosas más bellas y mejores en el mundo no pueden verse ni tocarse pero se sienten en el corazón».
La casa donde su pasó su infancia, en la que cada año se celebra un festival en su memoria y se reproduce The Miracle Worker, está incluida en el Registro Nacional de Lugares Históricos.
Fuente: Wikipedia.
[VIDEO]. Película, la historia de Helen Keller.